en la muestra de “Personalidades afro en la filatelia uruguaya”
Se inauguró muestra sobre personalidades afro en la filatelia uruguaya
La vicepresidenta de Correo Uruguayo Dra. Gianella Viñoly expresó que para Correo Uruguayo es un orgullo participar de esta muestra y acotó que la idea de realizar esta exposición fue de la presidenta de la empresa postal, Solange Moreira.
Por último, agradeció al equipo de funcionarios postales que trabajaron en la realización de la muestra y felicitó a la artista Mary Porto Casas, de quien dijo que siempre le gustó la paleta de colores que utiliza en sus cuadros.
Al finalizar el acto, las autoridades descubrieron una reproducción del sello «Gregorio el pregonero», que integra la serie Personalidades Afrodescendientes, sobre el que se estampó el matasello especial «Personalidades afro en la filatelia uruguaya», lanzado con motivo de la inauguración de la exposición.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 31 de octubre en Casa de la Cultura Afrouruguaya, en Isla de Flores 1645, Montevideo.
(fuente: Correo Uruguayo)
Conocida como Tía Ana, esta africana había logrado comprar su libertad.
( Reseña Histórica: Prof. Oscar D. Montaño) “El 18 de julio de 1808, José Antonio Inchaurbe, como co-albacea de Ibarra, vendió a Carlos Montiel y su esposa Ana Josefa Barbera, negra libre, la acción y derechos que tenía a un rincón entre el Tacuarembó Chico y el Tres Cruces, frente de arroyo a arroyo y 8 leguas de fondo.”
Este territorio es conocido como “Rincón de Tía Ana”. Carlos Montiel y Ana Josefa Barbera aparecen censados en el padrón que Artigas mandó levantar en el campamento de Ayuí. El 10 de marzo de 1812 Ana Josefa daba conformidad a su testamento en la villa del Salto Chico del Uruguay, nombrando albaceas testamentarios a su esposo Carlos Montiel y al religioso trinitario Fray Manuel Úbeda, uno de los fundadores de Trinidad de los Porongos.
Allí declaraba que los bienes adquiridos durante el matrimonio, consistían en una estancia situada en Tacuarembó Chico, con ranchos, corrales y ganados, caballares y vacunos, ocho y media cuadras de terrenos en los propios de la ciudad de Montevideo.
Agrega que no teniendo heredero forzoso alguno, era su voluntad fundar una capellanía “cuyo capellán tenga la obligación de existir en mis dichos terrenos de Tacuarembó Chico, celebrar los domingos por mi Alma y asistir en lo espiritual a todo aquel vecindario por hallarse tan destituido de bienes espirituales, pues la iglesia más cercana dista cuarenta leguas, para cuyo efecto se deberá edificar un oratorio público, para lo cual ruego y suplico al ilustrísimo obispo y Real Patronato tenga a bien esta mi deliberación, concediendo y librando los despachos que se pidan por algunos de mis albaceas en virtud del poder que les confiero…” Otro gesto de Ana Josefa fue el de hacer beneficiario en su testamento a un “hermano de color”, el “moreno libre Mariano Palacios” que había trabajado con ella. Es así que ordenó que “se le den ciento cincuenta animales en recompensa de los buenos servicios que me ha hecho, lo que anoto para su cumplimiento”.
La capellanía que había instituido Ana Josefa poco antes de su fallecimiento debía sostenerse y fundarse con el usufructo de la estancia, es decir con el producto de los arrendamientos de la parte que le correspondía en la mitad del terreno y ganado. El 29 de julio de 1820, Dámaso Antonio Larrañaga, le ordenó al cura vicario interino de los Porongos, Fray Manuel de Úbeda, pasase a poner en ejecución dicho legado, erigiendo un oratorio público en Tacuarembó Chico. Pero ante la total destrucción de los bienes, ya que el ganado destinado para los gastos que debían invertirse en la fundación de la capellanía nada producía, los albaceas resolvieron vender los restos del caudal… Casi una década después, en enero de 1832, ya constituida la República, en el Rincón de Tía Ana, el coronel Bernabé Rivera puso en planta el pueblo de San Fructuoso (hoy Tacuarembó).