El acto contó con la presencia de numerosas organizaciones afrouruguayas, personalidades, ministros, público en general y la presencia del Sr. Presidente de la República José «Pepe» Mujica , quien acompaño la presentación de un libro que representa un gran aporte al candombe y la cultura del uruguay; al tratarse del primer libro de partituras de candombe del Uruguay.
Este libro , constituye la segunda publicación que se edita bajo el sello editorial de la Casa de la Cultura Afrouruguaya, un emprendimiento llevado adelante desde el año 2011, año de inauguración de la Casa que en aquella ocasión presentó el libro de Marvin Lewis «Cultura y Literatura Afrouruguaya.
Compartimos aquí el prólogo del libro a cargo de Edgardo Ortuño:
Conocer, valorar y recrear el Candombe
El Candombe es un patrimonio cultural de la República Oriental del Uruguay creado por los afrouruguayos a partir del legado ancestral africano, orígenes rituales y de su contexto social como comunidad, caracterizado por el toque de los tambores denominados «chico», «repique» y «piano», su danza y canto. Ha sido declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por Unesco debido a su valoración y reconocimiento internacional.
Fruto de una larga evolución que remonta sus orígenes al legado de los africanos trasladados forzosamente a nuestras tierras como esclavos, a partir de su aporte y el de sus descendientes – nuestra comunidad negra afrouruguaya que lo cultiva como parte esencial de su identidad – el Candombe ha tenido un amplio desarrollo en sus manifestaciones y expresiones que lo han enriquecido y consolidado a lo largo del tiempo. La diversidad de composiciones que valoramos y disfrutamos hoy, tienen sus raíces en una historia que debemos tener presente para acercarnos a su esencia y recrearla con fidelidad.
En sus primeras acepciones domésticas, candombe designaba las ocasiones en que los africanos ejecutaban sus danzas ancestrales y recreaban, espiritual y simbólicamente, sus sociedades de origen y ceremonias características, como la coronación de sus reyes. Con ello, también, mantenían una parte de su vida fuera del control absoluto que aquella sociedad propietaria de esclavos trataba de ejercer sobre ellos. Aquellos africanos, como luego sus descendientes, buscaron formas y espacios de encuentro dentro de la legalidad de una época, que apenas aceptó su nucleamiento en las llamadas «Naciones» para su vida sociocultural. Ellas fueron, además de referencias de sus naciones de origen, asociaciones que prestaban socorro, ayuda mutua y protección a sus componentes, que lograron mantener ritos, prácticas de cantos y danzas que implicaban sus creencias religiosas, y constituyeron los medios para conservar algunas tradiciones culturales africanas, inclusive el uso de lenguas regionales en los cantos de bailes y del ritual funerario, así como la mística «bajada del santo» al ritmo de los tambores, que aún presiden las ceremonias afro religiosas. Se preservaron y cultivaron así expresiones de danza y de canto continuadas por las comparsas que desarrollaron el toque y paso del candombe.
Con el paso de la Colonia a la República aparecerán las salas de reunión y sitios abiertos en la costa sur de Montevideo: las «Salas de Nación», donde las Naciones continuaron realizando sus candombes. Desde mediados del siglo XIX y después de la abolición de la esclavitud, diversos factores convergerán para su desintegración paulatina. Desde fines del siglo XIX y luego a lo largo del XX, los afrouruguayos de las Naciones se reagruparán en Asociaciones de Ayuda Mutua -modelo traído por la inmigración europea-, en Sociedades de Negros, Sociedades Filarmónicas, y en asociaciones festivas carnavaleras, más adelante denominadas Comparsas o Sociedades de Negros y Lubolos, evolucionando hacia las formas contemporáneas. Grupos que para ubicarlos en un contexto actualizado preferimos llamar Comparsas de Candombe.
Según algunos autores, el término ka-ndombe en la lengua kimbundo, significa danza con tambores o costumbre de negros o danza de negros. El 27 de noviembre de 1834 es señalado como la primera referencia escrita disponible del término candombe. Su desarrollo como expresión artística y cultural estuvo muy ligada a la peripecia social de aquellas mujeres y hombres negros en el proceso posterior a la abolición de la esclavitud, en el que debieron insertarse en los espacios relegados de la sociedad, asumiendo las tareas más duras y menos valoradas del mercado laboral en el rol subordinado que las concepciones racistas le asignaron.
En el trabajo, primero como esclavo y luego como peón en la estiba portuaria, depósitos, barracas, saladeros y curtiembre, encontrarán los elementos materiales y técnicos que junto a su cultura ancestral permitirá hacer de barriles sobrantes, barricas de yerba o aceitunas, y con la lonja de origen vacuno, los tambores del candombe: chico, repique, piano y bombo; instrumentos autóctonos del Uruguay, únicos por sus características, ejecución y tonalidades, que reproducen los registros de la voces humanas bajo, barítono, soprano y tenor, que tras larga evolución llegaron a su formato contemporáneo de fabricación artesanal a partir de duelas de madera, en un proceso que incluyó la caída en desuso del llamado tambor «bombo»o cuarto tambor básico del candombe.
La significación del candombe como expresión de la herencia afro y de sus profundas raíces ancestrales, se manifiestan en el indiscutible protagonismo del tambor y en los personajes que caracterizan su danza e identifican sus coreografías: el Gramillero; representa al «Negro viejo», al abuelo, la ancestralidad masculina, y al yuyero o curandero con su maleta de yuyos y gramilla, vestido con galera y ropas de época colonial, sintetiza elementos de las antiguas Naciones, al rey de la Sala de Nación, más adelante Presidente de la Sociedad de Negros y al médico tradicional africano. La Mama Vieja; representa la ancestralidad femenina, sintetizando la reina de la antigua Sala de Nación, a quien se le pedirá la bendición, y posiblemente también curandera. El Escobero representa al chamán o brujo que limpiaba de maleficios los lugares de celebración; rey o ministro de Nación, bastonero que abría el paso, escobero luego, que con su escobilla mientras gira limpia su cuerpo y el camino de los tambores, asistido de cascabeles, espejos y cintas de colores que adornan su taparrabo. A ellos se sumará con el paso del tiempo y desarrollo de su danza, el cuerpo de baile, surgiendo a mediados de siglo XX fruto de distintas influencias, la figura de la vedette como figura central y la del bailarín, completando la coreografía actual de la comparsa de candombe. Todo lo cual gira en torno al sonido de los numerosos tambores y su ritmo, convirtiendo al tamborilero o tamborero en una figura protagónica, liderados por talentosos directores llamados «jefes de cuerda».
El candombe vive y se ha desarrollado en diversas manifestaciones:
* Su expresión comunitaria más genuina: en eventos privados como reuniones o fiestas familiares y públicamente mediante la salida ocasional a las calles a reunirse en torno a los tambores, su toque, danza y disfrute en general.
* Las «Llamadas», desfile de las Comparsas de Candombe, que han ido evolucionando en el tiempo hasta insertarse en el carnaval, donde verano a verano el segundo fin de semana de cada carnaval protagonizan el popular «Desfile de Llamadas», consolidado como uno de sus principales eventos y atractivo internacional, oficializado por la Intendencia de Montevideo en 1956 a instancias de la Asociación Cultural y Social Uruguay Negro, ACSUN.
* La salida durante todo el año de «los tambores» por las calles de nuestras ciudades es otra de las expresiones más tradicionales del candombe, caracterizada por la reunión de tamborileros en las denominadas «cuerdas de tambores» para tocar, hacer música colectivamente y marchar en una verdadera procesión de tambores ordenada a modo de ritual, acompañados por quienes bailan, siguen o presencian su paso.
* Estos eventos caracterizan a los barrios Sur y Palermo de Montevideo en la zona tradicionalmente identificada con la mayor concentración de cultura afrouruguaya y población negra con un fuerte componente comunitario, de evocación a los ancestros africanos, sus rituales o «llamadas». A su vez, en los últimos años se ha extendido a un punto tal que hoy «los tambores» están presentes con amplia convocatoria en los barrios de Montevideo y en ciudades de todo el país, como eventos permanentes con amplio número de participantes y seguidores a nivel local, en lo que quizás sea la principal evidencia del desarrollo que ha tenido el candombe en nuestra sociedad, con el valor adicional de conjugar el carácter festivo y ceremonial que lo caracteriza.
* La presentación escénica de Comparsas de Candombe en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas categoría «asociación de negros y lubolos», con actuaciones en el teatro de verano y en los escenarios barriales de la capital. Con sus argumentos y exigencias competitivas, el Candombe adquiere así una dimensión de espectáculo. al que contribuyó el crecimiento de la figura de la vedette, acompañada de bailarines de gran nivel que también se consolidaron como sus protagonistas jugando ambos un papel fundamental en el crecimiento de las comparsas.
* Como género musical, el Candombe, en estado puro o en diversas fusiones ha tenido a partir de estas ricas raíces un gran crecimiento, recreado en una amplia gama de composiciones e interpretaciones de gran valor.
El desarrollo del candombe a nivel musical se generó precisamente a partir de las composiciones de las comparsas, realizada por talentosos creadores como Rodolfo Morandi, Emilio López Rey, Miguel Ángel Herrera, Elbio Olivera, Néstor Silva, Gustavo Balta y Eduardo Da Luz, entre tantos otros, y las influencias que sus candombes, milongones y afros ejercieron en otros géneros musicales, forjando fusiones y variaciones estilísticas en el candombe como género musical, que ampliaron su difusión y presencia en nuestra cultura.
Orquestas de finales de los años 30 con el modelo de Pintín Castellanos impulsado en los años 40 y 50 por Romeo Gavioli y otros artistas, acercaron la música afrouruguaya al tango con un éxito que puede simbolizarse en la trayectoria y figura de nuestra cantante Lágrima Ríos.
De igual modo sucedería con la música tropical a partir de los años 50 y 60 en los que brillaron los sones de Don Pedro Ferreira, que enriqueció las posibilidades del candombe y le abrió una nueva etapa de crecimiento, así como años más tarde lo hicieran la aparición de NegroCan, la Compañía Uruguay-Candombe, el Grupo Folklórico Candangro, y el conjunto Bantú, recreando tradiciones, prácticas y costumbres, conjugando renovación y tradición en la cultura negra.
Se gestó una vertiente creativa de Candombe también en el llamado «canto popular» con raíces en el folklore tradicional, en los años 60, 70 y con gran influencia en los 80 a la salida de la dictadura militar, consagrada en obras de artistas como Alfredo Zitarrosa, José Carbajal «El Sabalero», Larbanois y Carrero; así como, más adelante, en los trabajos, entre otros, de Jorge Schellemberg, los hermanos Fattoruso, Mariana Ingold, y las composiciones de Jaime Roos de gran arraigo entre la población.
Determinante en el crecimiento del Candombe con influencia fundamental en su futuro, es el desarrollo a partir en los años 60 del llamado «candombe beat», sus variaciones y fusiones. Desde entonces, la obra del talentoso Ruben Rada contribuyó a la maduración y difusión del Candombe y de la música afrouruguaya a nivel nacional e internacional, tanto con su trabajo a nivel solista como en recordados conjuntos como Opa o Totem.
Nuestra música afro se ha desarrollado como género musical, con sus variaciones estilísticas y fusiones, a la par de otras manifestaciones de origen afro como el blues, jazz, reggae, samba, salsa o merengue, por nombrar algunas de las que han sido más difundidas en el mundo y han prestigiado a sus respectivos países de origen, que las han difundido con éxito como baluartes de su capital cultural.
La música afrouruguaya ha sido, es y será sinónimo de fecundidad distinguiéndonos con excelentes músicos e intérpretes como Santiago Luz, Jorginho Gularte, Fernando «Lobo» Nuñez, «Bocha» Pintos, «Nego» Haedo, Anibal Pintos, «Coco» Moreira, «Apagón» Albin, Julieta Rada, Claudio Martínez y muchísimos más.
De toda esta riqueza creativa y mucho más da cuenta «Somos Candombe» de Leonardo Méndez. Un trabajo de enorme valor que nos permite contar con un gran número de composiciones de Candombe como nunca estuvieron disponibles, resultado de una investigación y compilación de gran rigurosidad técnica, representatividad y amplitud.
Además de su valor en sí mismo este trabajo aporta a la reafirmación de una necesidad y un camino; continuar valorando, descubriendo, recreando Candombe; abriendo espacios para la investigación, presentación, edición y desarrollo del trabajo creativo y valoración de la cultura afrouruguaya en un sentido amplio, a la espera de un reconocimiento y fomento a la altura de su riqueza e influencia.
Para la Casa de la Cultura Afrouruguaya es una satisfacción y privilegio editar Somos Candombe, que viene a sumarse a la publicación de Cultura y Literatura Afrouruguaya de Marwin Lewis, y con ello, contribuir de algún modo a continuar andando ese camino.
Prof. Edgardo Ortuño
Presidente de la Casa de la Cultura Afrouruguaya
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