En la actualidad, Emma Christopher está dirigiendo un documental titulado We are they, y preparando la visita de los descendientes de los esclavos a su aldea de origen.
Cuenta Christopher que los más ancianos de Mokpanguma todavía guardan, en la memoria colectiva, el recuerdo de aquellos que fueron capturados y enviados al otro lado del Atlántico. Sin embargo, lo que no podían imaginar es que estos hubieran sobrevivido, vivido lo suficiente para tener hijos en su nuevo país y enseñarles las canciones y danzas de su aldea.
Por su parte, los afro-cubanos, que mantuvieron vivas sus canciones y danzas de sus antepasados, habían perdido la noción de dónde provenían.
Dice Christopher que fue cuestión de mucha suerte y de entrevistar a muchas personas lo que, tras haber estudiado y grabado a la gente de Perico, la llevó hasta Mokpanguma. Cuando enseñó a sus habitantes de esta remota aldea las imágenes grabadas, estos dijeron «they are we» (ellos son nosotros) y se unieron a las canciones que los afro-cubanos cantaban.
Parece que una chica a la que a su llegada a Cuba se le dio el nombre de Josefa, había sido robada de su aldea en torno a 1830. Ella vivió más de los siete años que de media vivían los esclavos que trabajaban en los ingenios (molino de azúcar). De hecho, Josefa llegó a la vejez y pudo experimentar la libertad y enseñar a su bisnieta, Florinda, las canciones y danzas de su aldea de origen. Florinda se las enseñó a su nieto Humberto Casanova. Es este anciano y otros tres más los que viajarán hasta Sierra Leona para encontrarse con sus paisanos de Mokpanguma.
Comenta Christopher que el esfuerzo de mantener vivas las canciones y danzas es muy remarcable porque desde el inicio de los años 60 hasta finales de los 80 todas las actividades culturales y religiosas afro-cubanas fueron prohibidas, al igual que cualquier otra religión, en Cuba. Solo recientemente se ha permitido a los afro-cubanos celebrar de forma pública y unos pocos grupos han conseguido resucitar sus canciones, danzas y rituales. Entre ellos están Humberto Casanova y Magdalena Mora, aunque esta, a sus 85 años se encuentra un poco débil para hacer el viaje hasta Sierra Leona, por lo que estará representada por su sobrino, Alfredo Duquesne.

Antecedentes
No es la primera vez que se hace un documental de este tipo. En 1999 se produjo The language you cry in. En aquella ocasión se trataba de una canción, también mende, que cantaba una mujer de Georgia, en Estados Unidos, de la zona donde viven los gullah.

Esta historia tiene sus orígenes en 1930 cuando Lorenzo Turner, un lingüista, catalogó más de 3.000 nombres y palabras de los gullah residentes en Georgia y Carolina del Sur. Él descubrió que algunas personas de aquellas comunidades podían recitar textos en lenguas africanas aunque desconocieran su significado y de donde provenía. Encontró a Amelia Dawley y grabó una de sus canciones. Más tarde un sierraleonés que estudiaba en la universidad descubrió que Amelia cantaba en mende.
En 1980, Joseph Opala un antropólogo estadounidense que trabajaba en la Universidad de Sierra Leona, retomó el tema y descubrió que durante el siglo XVIII muchos esclavos fueron llevados desde las costas de Sierra Leona a las plantaciones de arroz de Georgia y Carolina del Sur. Fruto de estas investigaciones, Opala organizó un viaje de representantes de la comunidad gullah a Sierra Leona en 1989 que está documentado en Family accross the sea.
Más tarde, Opala se unió a la antropóloga Cynthia Schmidt y el lingüista sierraleonés Tazieff Koroma en una búsqueda para ver si la canción de Amelia era recordada en alguna parte de Sierra Leona. Koroma reconoció una de las palabras como algo específico de uno de los dialectos mendes. Con esa pista , Schmidt encontró una mujer, Baindu Jabati, que vivía en la aldea de Senehum Ngola, que había consrvado una canción con la misma letra que la cantada por Amelia, se trataba de una canción funeraria cantada junto a la tumba del difunto y que se titulaba Tenjami (cruzando el río).
Con estos datos Opala y Schmidt fueron a Georgia donde encontraron a la nieta de Amelia, Mary Moran, de 69 años, quien recordaba la canción. A partir de ahí organizaron el viaje de Mary a Senehum Ngola.
Hay una película, Little Senegal (2001), que cuenta la historia al revés, un senegalés que viaja hasta Estados Unidos en busca de los descendientes de su familia que fueron robados y transportados al otro lado del Atlántico. También habla de los jóvenes, su sobrino Hassan, que emigran buscando una vida mejor y fracasan en el paraíso.
Estoy seguro de que existen muchas más experiencias similares a estas dos y conoceremos muchas más porque hay muchas personas, cuyos antepasados fueron robados de África, que quiere conocer sus orígenes.

(Fuente:http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2013/06/descendientes-de-esclavos-encuentran-sus-raices-africanas.html)