Este proyecto de ley está compuesto por un paquete de once artículos que desarrollan una búsqueda de acciones legislativas que reparen la situación de exclusión sistemática en que viven los afrouruguayos históricamente. Los artículos van desde un reconocimiento de la trata esclavista como un crimen de lesa humanidad, refiriendo a esta como la razón ineludible de la discriminación y el racismo que legitiman las exclusiones históricas. Y recogen de acuerdo a este reconocimiento la necesidad de implementar acciones afirmativas que reparen este problema estructural para de allí en más desplegar una serie de artículos que se centran en la educación, la actividad laboral y el desarrollo social; como herramientas para la implementación del proyecto de acuerdo al marco legal nacional e internacional existente al respecto.
A raíz de esta media sanción y su difusión en los medios de comunicación ha surgido una polémica en torno a este proyecto de ley. Polémica que se inició con críticas realizadas al proyecto (el artículo Nro 4 mas precisamente que destina el 8% de las vacantes laborales del estado a las personas afrodescendientes) por parte de Hoenir Sarthou en el semanario Voces. Una contestación de Andres Scagliola en el mismo semanario y una réplica posterior a través de un artículo «Un cuentito para Scagliola» nuevamente de Sarthou (llevando al paroxismo la reproducción estereotipada y estigmatizada de los sectores de la sociedad mas vulnerables) y recientemente se sumó a esta discusión Soledad Platero en Uy.press un portal online de noticias, citando esta polémica y enriqueciéndola con su opinión sobre el tema.
Algunas cuestiones de fondo interesantes para comenzar a analizar este intercambio de ideas mediático son: en primer lugar la invisibilidad de las organizaciones afrodescendientes en el mismo. Al primer artículo de Sarthou, el Semanario Voces replica una contestación de Andrés Scagliola, Director Nacional de Políticas Sociales del MIDES que ,más allá de lo acertado de su argumentación, nos es recurrente en los medios y en los espacios de representación y exposición mediática, la total prescindencia de la población afrouruguaya o sus organizaciones en la discusión de políticas, sucesos o disposiciones legales que le atañen directamente.
De hecho no llama la atención que los dos primeros contendientes sean hombres y eurodescendientes, en correlación a una lógica del patriarcado machista eurocentrista como cultura hegemónica del Uruguay
Así como pasó con el Caso Suarez o el Caso de Jonhy Jean, parece ser que a los medios les es imposible hacerse de los contactos de las organizaciones y personas que han desarrollado experticia en la materia, incluso si les llegan comunicados de las mismas, pedidos de réplicas o espacios de difusión. Evidencia de quienes son los que cuentan con las herramientas para la construcción de una realidad que solo habla en forma unidireccional de una porción de la sociedad dejando de lado una multiplicidad de discursos que forman parte del Uruguay histórico y contemporáneo.
En segundo lugar , es llamativo como de los once artículos que refieren directamente a la problemática de los afrouruguayos, Sarthou extrae el numero 4, que refiere directamente al porcentaje de vacantes en el estado que se destinarán a la población afrouruguaya; obviando en medio una correlación de artículos que están enumerados de acuerdo a la propuesta global del proyecto de ley que a su vez está directamente relacionado con las estadísticas oficiales que grafican esta inequidad histórica a la que esta sujeta la población a la que el proyecto de ley pretende reparar.
La población afrouruguaya tiene los peores índices de pobreza, los peores índices de escolaridad, los puestos de trabajo peor remunerado y menos calificados, incluso a igual nivel de formación que población que no lo es. Sale tempranamente del sistema escolar para insertarse precariamente en el sistema laboral (una medición del MTSS cifra en un 73% la cantidad de personas afrouruguayas que son rechazadas en el mercado laboral)y muere antes que la media de la población total; siendo la que posee mayor poblacion de niños y adolescentes del Uruguay.
En tercer lugar, no solo apunta a un solo artículo, sino que haciendo una lectura errónea de las acciones afirmativas las tilda de eufemismo de correcciones políticas, demostrando una total falta de información sobre la naturaleza de las mismas. Las contrapone a los derechos universales por suponerlas un privilegio que forja una desigualdad en perjuicio de otra. Y suma a esta descripción la de desigualdad evidente y simbólica al referirse a las características de los índices y estadísticas que están referidas en el párrafo anterior.
En primer lugar el señor Sarthou debe saber que las acciones afirmativas son de carácter coyuntural, algo que obvió en su artículo y que recoge el artículo 4 al establecer diez años de implementación y posterior evaluación de esta acción en particular.
Y las acciones afirmativas son de carácter coyuntural porque son medidas reparatorias hasta que logren su cometido de igualar oportunidades y goce de derechos, focalizadas en una «serie de estrategias dirigidas a establecer la igualdad de oportunidades, por medio de medidas que compensen o corrijan las discriminaciones resultantes de prácticas o sistemas sociales» «están justificadas por la existencia de la discriminación secular contra grupos de personas y resultan de la voluntad política de superarla» [1]. En este caso, del estado uruguayo que imposibilitado de regular directamente el mercado de trabajo y obligar a las empresas a tomar indistintamente personas calificadas mas allá de su color de piel; toma las vacantes del estado como una herramienta bajo su órbita y gestión para corregir una desigualdad histórica; a la vez que funda lineamientos estratégicos para combatir este mal enviando señales claras al mercado laboral.
Voy a obviar las referencias a una corriente ideológica que forjó las bases de las inequidades étnicas, sociales y culturales a las que se refiere Sarthou cuando enuncia «raza negra» en la identificación de las personas uruguayas de origen africano en desmedro del término afrodescendiente. Término cuyo origen desconoce aventurando «somos todos afrodescendientes» basándose en teorías científicas sobre el origen de la humanidad demostrando la liviandad con que se asoma al tema en cuestión.
Un abordaje facilista, paternalista, estereotipado y estigmatizante que lamentablemente tiene la media de la población uruguaya al referirse a colectivos históricamente discriminados y excluidos de la sociedad enunciando su lugar en el universo representativo de la cultura hegemónica de occidente.
El término afrodescendiente es un término consensuado en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada en Durban, en 2001. Es un término político de autopercepción y autodefinición sobre la asunción de un legado histórico, político y cultural, en camino hacia una denominación de las personas que no esté anclado firmemente en el pasado colonial esclavista como lo es el término «negro» o «negra». Término que ha asignado roles y jerarquías hasta la actualidad y que tiene su origen en un sistema jurídico, religioso, cultural y político que no otorgaba estatus social y jurídico a las personas africanas.
Así como el pasado colonial sigue marcando un norte rico y un sur pobre en el mapa geopolítico mundial; de la misma manera sigue marcando un blanco humano y un negro deshumanizado para referirse a los afrodescendientes. Porque son nacidos de la misma matriz que proponía un hombre y una cultura europea como valor positivo absoluto en desmedro de las mujeres y las culturas «no civilizadas «del resto del mundo. Señor Sarthou le parece casual que las acciones reparatorias y la búsqueda de cuotificaciones contemplen justamente estas variables en el Uruguay? No será que las bases de ese mundo que propuso el desmantelamiento de la dignidad de otros pueblos y otros sexos sigue aún vigente y nos resultan invisibles por la naturalización acumulativa de cuatro siglos de existencia?
A esta altura lo más difícil es constatar que a algunos de los periodistas y pensadores contemporáneos del Uruguay, le afectan los mismos prejuicios y posicionamientos neocoloniales que afectan a gran parte de la población en general. Posicionamientos que dificultan drásticamente la vida de los afrouruguayos al establecer un camino plagado de estereotipos y estigmas por la sola condición de sus características fenotípicas. El desafío, sin dudas, para las organizaciones e instituciones que trabajan por la equidad es zanjar la inconsciencia de su participación en la privación de sus derechos y oportunidades cotidianas.
[1]Suplecy ,1996; 4-1; p.131
Nota: Al término de este artículo el día 30 de Octubre, Edgardo Ortuño y Hoenir Sarthou debatieron en torno al proyecto de ley en el programa la Noticia y su Contexto de TNU
(Fuente: Blog Hombres dEconstrucción http://orimuz.wordpress.com/2012/11/01/el-dano-de-los-cuentitos/)